viernes, 28 de octubre de 2011

Aportes para pensar (nos)

Los Derechos Humanos entendidos como “la creencia de que toda vida merece respeto y que es necesario velar por esto como principio básico de justicia” (por eso incluye a mujeres y otras identidades étnicas y sexuales), han encontrado en nuestro país en la última década un contexto político y social favorable para traducirse e ir paulatinamente efectivizándose: con legislaciones democratizadoras, con políticas públicas, con un estado que se instaura presente y protector. No obstante, el camino es duro. No desaparece la necesidad de configurar y reconfigurar la mirada y el compromiso colectivo defendiendo los logros. Trabajemos por lo que falta, lo que hay que consolidar; lo que hay por construir y lo que merecemos recuperar.

Las estadísticas oficiales muestran que Misiones ocupa el quinto lugar en el ranking de femicidios (muertes de mujeres en manos de sus parejas u otros varones) de Argentina. Según registros de diversos servicios sociales y de comisarías provinciales, en el 2008 existieron alrededor de 2600 denuncias por violencia sexista, en 2009 ascendieron a 4300 y en 2010 a 6100 casos. Estas, incluyen fundamentalmente como victimas a mujeres, de diversas edades, niños y también a otras identidades sexuales. Las causas principales denunciadas son maltratos diversos, abusos o violaciones sexuales.

Asimismo las muertes por causas vinculadas con el embarazo, parto y puerperio siguen siendo alarmantes. La trata de personas con fines de explotación sexual, las violaciones a niñas/ños y adolescentes existen y son parte de nuestras vidas.

Las situaciones enunciadas, no representan hechos aislados, individuales o privados, sino que constituyen parte de una realidad colectiva donde claramente se percibe la violación a los derechos humanos. Desde este lugar nos afecta a todos y para modificar esto debemos actuar, solidariamente y de manera inmediata.

Frente a este escenario donde otros seres humanos se ven expuestos a la violencia, al temor, a la discriminación, nosotras no queremos pactar con la resignación y el pesimismo. Creemos en la posibilidad de que “otro mundo es posible”, tal como versa el Foro Social Mundial.

Esta revista representa un espacio para divulgar, compartir, reflexionar y a partir de ello aportar a la recuperación de saberes y a la construcción conjunta sobre problemas de agenda pública –como los enunciados- referidos a cuestiones de género y derechos humanos.

Las prácticas de cada uno involucran lo que hacemos, lo que pensamos y el contexto en el que hacemos y pensamos. El ejercicio de nuestros derechos como humanas/os requiere de cambios en todas esas dimensiones de la vida. Ser mujeres ejerciendo derechos humanos implica, en primer lugar, que nosotras vayamos modificando lo mencionado, pero también que los cambios se produzcan en las familias, parejas, gobiernos, políticas, medios de comunicación colectiva, instituciones. El desafío entonces no deja a nadie ni a ningún ámbito afuera.

Es indudable el poder que poseen los medios de comunicación en este proceso de construcción de sentidos sociales. Por eso resaltamos que los comunicadores sociales (máxime luego de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) formamos parte importante en la producción de ese “otro mundo posible”. Mostrar y explicar lo que nos pasa con perspectiva de géneros y enfoque de derechos fortalece sentidos más inclusivos y democráticos para vivir.

Por esto, asumimos que hacer circular la palabra y ponerla en debate es compromiso de nuestra tarea militante como integrantes de la universidad pública, en el marco de las funciones sociales de nuestra institución y como parte del proyecto nacional.

José Saramago expresa: “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.

Nuestro reconocimiento a quienes nos dejaron sus huellas en esta lucha: Flora Tristan, Juana Azurduy, Eva Perón, José De San Martin, etc etc etc

Compartan con nosotras este desafío.

(Texto producido por Zulma Cabrera y Gisela Spasiuk)

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