viernes, 28 de octubre de 2011

Eva Giberti: “El problema que tenemos es con los violentos porque lo grave es que no disminuyen”

Para el primer número de la revista “El Género en Plural” se realizó una entrevista a la coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Eva Giberti, en el marco de la apertura de la Cátedra Abierta de Violencias de Género en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones.

Por cuestiones de diseño editorial, dicha entrevista fue reducida según la disponibilidad de espacio en página. Por eso, en este blog decidimos publicar el material completo con el objetivo de compartir el diálogo que se estableció con Giberti y abrir el debate en base a las diferentes temáticas que se trataron.

Desde su amplia trayectoria, la especialista analizó avances y trabas en la implementación de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres aprobada en marzo de 2009, “los principios están marcados y hay que crear los recursos”, dijo Giberti. Además, consideró que se percibe mayor conciencia y visibilización de los temas de violencia. “Ya no se naturaliza la violencia como se naturalizaba hace 20 años atrás”.

Sin embargo, en la actualidad, la psicoanalista advirtió sobre el aumento del ejercicio de las distintas formas de violencia contra las mujeres. “La violencia contra las mujeres no disminuye. Nos falta incluir esto todavía en los ámbitos de la educación, esto es una cuenta pendiente. No es todavía una política de Estado al 100 por ciento, pero hemos avanzados. Ahora lo que no tenemos todavía es la posibilidad de limitar a los violentos, lo grave es que no disminuyen”.

¿Cómo observa la aplicación de la ley? ¿Considera que faltan recursos?

En todo el país se ve la falta de recurso. Es el mismo tema con la ley de salud mental. Es una excelente ley pero todavía no están funcionando los equipos necesarios dentro de los hospitales, pero tenemos una ley que va a poner en marcha la decisión de generar esos equipos. Con la ley de violencia contra la mujer es exactamente lo mismo. Los principios están marcados y hay que crear los recursos. Este es un país muy grande. Y además es federal, cada provincia tiene que crear sus recursos de acuerdo con su propio estilo, modalidad, y su propia idiosincrasia, de manera que hay que tomarlo con paciencia, no es que está la ley y se van a resolver todas las cosas.

Desde su experiencia, ¿cómo puede analizar las situaciones de violencia que se están viendo?

Lo que se está viendo actualmente primero es una mayor conciencia acerca de la existencia de la violencia como tal, ya no se naturaliza la violencia como se naturalizaba hace 20 años. Hoy en día se habla de violencia familiar y de violencia sexual, ese es un enorme avance que se debe a los movimientos de mujeres que hemos peleado duramente acompañadas por legisladores inteligentes que nos han sostenido con las leyes necesarias. De modo que hay un avance en la conciencia y en la visibilización de los temas de violencia. Donde no hay un avance es en el ejercicio de la violencia, el ejercicio de las distintas formas de violencia contra las mujeres niñas, adolescente y adultas. Se mantiene y aumenta. La violencia contra las mujeres no disminuye. Hay recursos y programas de creación permanentes para prevención. Nos falta incluir esto todavía en los ámbitos de la educación, esto es una cuenta pendiente, hay que introducir el tema de la violencia dentro de lo que es la educación, y desde la primaria.

¿Por qué es tan necesario?

El niño y la niña que puede ser testigo de violencia en su casa tiene que poder pensar que eso no está bien. Aunque sea algo que se produce entre su papá y su mamá, tiene que saber que aunque sean su papá o su mamá a veces dramatizan situaciones que son inconvenientes, malas y peligrosas. Este es un nuevo aprendizaje para los chicos que es sumamente complejo además de ser víctimas como testigo, el chico puede aprender progresivamente a discernir que aunque esas conductas provengan de su familia, no son las recomendables. Esta es una política muy delicada para implementarla, pero es responsabilidad del estado, porque los chicos tienen que poder saber que a su vez cuando sean adultos no van a tener que repetir, no van a poder, no corresponde que reproduzcan el modelo que vieron en su casa.

Movimientos y sectores que luchan por los derechos humanos, critican que todavía el Estado no considera a la violencia como una problemática social…

La ley pone en superficie a la violencia. Abarca los temas que nunca se habían pensado, por ejemplo la violencia en los medios, en la obstetricia e incluye a las amenazas. Hay enormes avances, ahora lo que no tenemos todavía es la posibilidad de limitar a los violentos, el problema que tenemos es con los violentos. No es todavía una política de Estado 100 por ciento, pero hemos avanzado. Lo grave es que no disminuyen los violentos.

¿Cómo están actuando los distintos actores de la Justicia para la efectiva implementación de la ley?

Hay jueces defensores y fiscales que están muy sensibles y tienen en cuenta la urgencia de su intervención de estos temas. El problema que encontramos en el ámbito de la justica es doble, por un lado aquellas juezas y jueces que todavía no se han sensibilizado acerca del tema violencia de género, y el otro problema es la lentitud para resolver, sentenciar y tomar las decisiones necesarias respecto de las víctimas de violencia cualquiera sea la situación en la que se encuentre. Este es un padecimiento en todos los delitos. Son dos niveles que todavía no hay dentro de la curricula universitaria temas que les enseñen a los nuevos estudiantes que significa la violencia en el ámbito del derecho y de la justicia. Y los que hace muchos años se han recibido suelen tener una cabeza patriarcal hombres y mujeres, y con cabezas patriarcales es muy difícil defender a las víctimas de violencia. Hay excepciones pero es verdad que en todas las provincias que recorremos, encontramos estructuras patriarcales a las cuales no les importa la violencia de género. Y como son los que tienen el poder, o se lentifican las causas o les parece natural, total siempre pasó que las mujeres sean victimizadas. Acá el trabajo es lento y progresivo, de tratar de incorporar en el pensamiento de los magistrados que vienen tan retrasados y tan demorados en hacerse cargo de estos problemas, tratar de mostrarles técnicamente que este es un problema denunciado por Naciones Unidas, que no es un problema de un grupo de mujeres.

¿Se puede pensar también en un trabajo con el agresor o el golpeador?

Se debe poder pensar, yo como soy psicoanalista tengo que pensar que cualquier persona puede llegar a necesitar una psicoterapia. Ahora mi experiencia es que los violentos son violentos y no retroceden con psicoterapia, salvo situaciones excepcionales, sencillamente porque les produce mucho placer ejercer violencia de cualquier índole, ya sea violación que es abuso de poder, que es un delito contra la libertad y la dignidad de la persona violada. El golpeador de mujeres o sus hijos en realidad lo que hace es expandir su yo, sentirse muy importante entonces con ese narcicismo incrementado es muy difícil que deje la practica porque se siente muy agrandado. La experiencia que tenemos con la gente que está manejando grupos de hombres tratando de ver si se modifican, es una experiencia para mi impresión muy frustrante. Porque yo no consigo estadísticas que me muestren estadísticas y que me digan hemos conseguido tanto tipo de modificaciones o puede ser que se consiga algo. Lo que creo es que está bien pensar en hacer algo con ellos, lo que no tengo es la evidencia de lo que hasta ahora lo que se ha intentado hacer sea lo más efectivo, tal vez haya que pensar en otras estrategias.

¿Cuál es su postura frente a la justificación que muchas veces se hace del maltrato?

Ese señor que golpea a otra sabe leer y escribir, y sabe que es un delito. Ese señor que golpea a su mujer no golpea a otro hombre, no se agarra a trompadas con otro hombre. Golpea a un niño o a una mujer. Lo cual define las características del golpeador. No es ningún enfermo, puede haber dentro de los golpeadores algunos enfermos. Pero primero los detenemos y después le hacemos tratamiento psiquiátrico, en caso de que sea un enfermo, pero hay que hacer un diagnostico diferencial. En algunos casos el golpeador se agrava por el consumo de alcohol o de sustancias, pero es primero un golpeador, es alguien que disfruta del abuso de poder que el golpear le significa. Esto sí es algo que pienso que puede preverse desde la educación, porque los sujetos están convencido que tienen derechos para hacer eso, los varones están convencidos que las mujeres son propiedad de ellos.

¿Cómo juegan las cuestiones de clase, por ejemplo, en las familias en situación de pobreza?

Yo no veo que alguien que sea pobre tenga que ser un golpeador. Si es pobre puede que sea una persona sufriente, y si es un excluido es mucho Más sufriente y desvalido. Pero eso no tiene porque transformarlo en un golpeador sistemático. Que esas condiciones coadyuvan pueden implementar situaciones de tensión extrema sí, pero coyunturalmente. Un golpeador que golpea siempre no es porque tenga problemas económicos sino porque tiene otras necesidades.

¿Qué sucede con la violencia de las madres hacia sus hijos y la culpabilización que se genera hacia la mujer por “su rol de madre”?

Hay que verlo historia por historia. Desconfío mucho de la culpabilización de las madres porque con tal de culpabilizar a las mujeres se culpabiliza muy rápido, siempre es la mala madre. Y esto hay que mirarlo con un poco de cuidado. Hay que ver de dónde proviene determinado tipo de reacción de la madre y cuál es su historia personal. Porque la historia del varón en la cultura, no es la historia de un sujeto sometido obediente y postergado, en cambio la historia de la mujer es la historia de alguien que aprendió desde chiquita a ser sometida, postergada, maltratada en muchos casos y sobre todo discriminada. No importan las clases sociales, porque inclusive en las clases sociales que se llaman altas, también hay discriminación. El varón es un sujeto que se cría como un ser con poder, y además la violencia se lo demuestra, tiene poder sobre sus hijos, sobre su mujer y si te descuidas, sobre su madre también. Es siempre un triunfador un varón. La mujer siempre está sometida a mandatos culturales y del varón. Entonces es muy distinto cuando una mujer golpea a una criatura viene de otra historia de vida y de la civilización, viene de ser ella una persona que fue lastimada y discriminada reiteradamente. Entonces es muy distinta la situación de que alguien con poder utilice ese poder para golpear que alguien que siempre estuvo victimizada no pueda o no tenga más alternativa, y te digo, las mujeres muchas veces han sido aterrorizadas, que han sido victimizadas por sus compañeros, esas mujeres carecen de su capacidad de discernimiento, y además están con “los nervios a flor de piel”. Esto no implica justificarlas. Porque madre que golpea debe ser ajustada para que no siga golpeando. Los chicos tienen que aprender a quejarse a revelarse y a no tolerar los golpes.

En la oficina de la Línea 102 que funciona en Posadas Misiones, de los pedidos de ayuda más de la mitad son hacia los niños y las niñas…

Lo leo en los diarios y veo violaciones y maltratos todos los días.

¿Cómo analiza esto?

Los filósofos actuales vienen hablando en los últimos años de la deshumanización del sujeto, porque golpear, maltratarlos o maltratar a un niño es el resultado de no reconocerlo como otro, como un ser igual que yo, es una deshumanización producto de la necesidad de abusar del poder, de gozar ejerciendo el poder sobre el que no puede defenderse. Es un problema grave no solo en Argentina, lo estamos viendo en muchos lugares del mundo.

Por lo general, los profesionales que trabajan con las víctimas apuntan a la revinculación familiar…

La revinculación familiar es un arma de doble filo. Si primero no consigo revincular al adulto con una mora y una ética del cuidado que es su responsabilidad, primero necesito que ese adulto entienda lo que es la ética del cuidado y después puedo revincularlo. En nuestra experiencia cumplir con la ley 26061 que dice devolver al niño siempre a la familia y solo en casos excepcionales separarlos, tenemos varios chicos muertos por eso, por lo menos en Buenos Aires y alrededores. Hay familias que no pueden quedarse con sus niños, desgraciadamente es así porque no tienen la capacidad de funcionar como familia. La familia no es ya lo que nos contaron lo que es la familia. Hay que tener mucho cuidado porque también institucionalizar a los chicos es otro grave peligro. El problema está en algo delicado, que es la educación de los padres, pero ahora el trabajo es mucho más sutil mucho más refinado, es el ejercicio de la responsabilidad adulta respecto de la criatura que le ha sido confiada a su cuidado. El adulto castigador no solamente comete un delito, sino que él o ella se denigra como sujeto porque se deshumaniza. Además un chico golpeado no necesariamente quiere irse de su casa. Porque ellos han aprendido a pensarse a sí mismos como malos. Han adquirido el pensamiento de los padres de que él es malo.

Sobre la incorporación de la figura penal del feminicidio, ¿cuál es su postura?

No manejo el tema de las leyes, pero escucho a los abogados penalistas que se resisten, otros dicen que sí, que sería conveniente. Quisiera pensarlo con más cuidado. En principio creo que las mujeres tienen derecho a que se considere un delito especial y específico, como propio de la posición no igualitaria del género, porque hay una posición asimétrica en cuanto al ejercicio del poder y el derecho a la vida. Preferiría que hubiera esa figura, pero tenemos que escuchar a abogadas y abogados.

(Entrevista realizada por Ana Espinoza. Septiembre 2011)


No hay comentarios:

Publicar un comentario