La periodista Mariana Carbajal acaba de publicar su último
libro Maltratadas. En una entrevista con revista superficie y El Género en Plural, brinda detalles
sobre el contenido, analiza la realidad mediática entorno a la temática de
género y reflexiona sobre las políticas estatales para la protección de la vida
de las mujeres en Argentina.
Por Ana Espinoza
Su pluma comenzó a escribir sobre aquellos temas que hasta
el momento, no aparecían en la agenda mediática. Empezó a denunciar a través de
las voces de mujeres invisibilizadas. Habló del aborto cuando muy pocos
hablaban, de femicidios cuando todavía se nombraban como “crimenes pasionales”,
y de políticas de género cuando aún no existía una Ley. Mariana Carbajal se
convirtió en una de las periodistas referente de los derechos de las mujeres en
Argentina. Desde su mirada sensible, logró que esa mitad de la población del
país ocupe un lugar en los medios de comunicación. Hoy, con el aval de la
experiencia y el camino recorrido, presenta su nuevo libro Maltratadas, en el
que insiste sobre la necesidad urgente de destinar presupuesto y aplicar
acciones integrales, desde el Estado, para combatir la problemática social de
la violencia machista.
Nació en Lomas de Zamora y allí mismo, decidió estudiar
periodismo. Realizó sus primeras prácticas en diarios y radios comunitarias,
hasta que a los 21 años, ingresó a Página 12 a través de una beca con la
facultad. Con los temas de género, se fue vinculando a través de las vivencias
dentro del seno familiar. Su madre creó la fundación Propuesta para
víctimas de violencia de género. En su casa, su padre y su madre transmitieron
a sus cuatro hijxs valores en relación a la sensibilidad hacia los demás. “Mi
hogar ha sido un hogar de relaciones muy democráticas e igualitarias en
términos de varones y mujeres. Podría decirte que hoy mi padre cocina, hace las
compras y eso mis hermanos también lo hacen y son padres que se hacen cargo de
la crianza de sus hijos”, cuenta Mariana en una entrevista vía Skype con
revista superficie y El Género en Plural.
El ofrecimiento de la editorial para publicar el libro llegó
a mediados del año pasado. Mariana decidió sistematizar toda la información que
venía recolectando a partir del interés por los casos, por la problemática de
la violencia de género y por el avance en políticas públicas sobre las deudas
todavía pendientes. En el proceso, entrevistó a mujeres víctimas,
profesionales, varones maltratadores y especialistas.
Con prólogo de Eva Giberti, el libro aborda la problemática
a partir de los mitos que sostienen la violencia en la pareja. En cada capítulo
se desmitifican las frases como “la violencia es cosa de pobres”, “solo le pasa
a las mujeres sumisas e ignorantes” o “no hay golpes, no hay violencia”. Al
mismo tiempo, se plantea el rol de los medios de comunicación en el abordaje de
la temática. “La idea del libro es que pueda servir como un material para
personas que están atravesando por esta situación, para especialistas, y para
que se debata en las universidades”.
¿Cuál es tu crítica acerca del rol del Estado y la
Justicia? ¿Por qué siguen ocurriendo los casos de violencia?
Hay luces y sombras. Se ha avanzado mucho en términos de
legislación, como es la ley 26.485 de protección integral a las mujeres en
todos los ámbitos de sus relaciones interpersonales. Pero falta presupuesto
para implementarla, falta un plan nacional que articule políticas a nivel
nacional con las provincias y los municipios, porque no es solo un problema que
interpela al gobierno nacional. Por el otro lado vemos que desde la Oficina de
la Mujer de la Corte Suprema se vienen realizando capacitaciones, talleres
específicos para sensibilizar y capacitar a los funcionarios de la justicia en
relación a la perspectiva de género y a la problemática de la violencia, pero
vemos que estos cursos no son obligatorios todavía, no llegan a todos los
estamentos. Se están realizando capacitaciones a funcionarios a agentes de la
policía federal, a quienes se están formando en el ámbito de Buenos Aires, pero
no ocurre lo mismo con las policías provinciales. Entonces, lo que se observa
es que depende de quién se enfrenta a un caso o a una denuncia será la
respuesta. Todavía no hay protocolos claros de atención y eso es un reclamo
puntual, porque las mujeres enfrentan rutas críticas cuando deciden denunciar,
y pueden encontrar todavía prejuicios en las comisarías o en el mismo
funcionario. Por un lado la justicia de familia es la que dispone las medidas
cautelares de protección como aquellas que tienen que ver con la exclusión del
hogar o la prohibición de acercamiento, pero las causas que tienen que ver con
lesiones o con amenazas van por vía de la justicia penal y muchas veces están
desconectadas y entonces cada vez que la mujer hace la denuncia va a la
fiscalía de turno y quedan como hechos aislados; no hay conexión de que es el
mismo hombre el que está ejecutando esas conductas agresivas. Todavía la
justicia muchas veces no toma dimensión del riesgo al que está expuesto una
mujer cuando denuncia una amenaza, se minimiza. De todas formas, también hay
que señalar que cada vez más se están viendo fallos y decisiones judiciales que
incorporan la perspectiva de género, que tienen en cuenta los tratados
internacionales de derechos humanos sobre la protección de las mujeres,
puntualmente. Pero son avances lentos. Lamentablemente, todavía lo que falta es
que sea un tema prioritario de la agenda política, con respuestas efectivas,
eficaces, articuladas de los distintos sectores para las mujeres que se
encuentran en esa situación.
En Misiones, ocurrieron cuatro femicidios en lo que va
del año. En 2013 fueron 12 femicidios y la mitad había realizado una denuncia o
tenía medida cautelar. Es decir, hubo un aviso previo de parte de la víctima.
Es justamente la falta de articulación con los organismos lo que está fallando.
Sin dudas, creo que lo que falta es articulación y
presupuesto para dar respuestas efectivas. Si es necesario más refugios para
las situaciones de emergencias y subsidios para que las mujeres puedan tener
autonomía económica. Creo que hay que pensarlo como un tema integral en
relación a las respuestas.
¿Pensas que el libro puede transformar o mejorar esta
situación de alguna manera?
El libro es un pequeño aporte como el que hacen mujeres y
varones de distintos ámbitos preocupados por esta temática cada cual en su
territorio. Soy periodista y de alguna forma lo que planteo con el libro es la
posibilidad de reflexionar, de poner en agenda esta temática, de incluir
visiones distintas desde diferentes especialistas y lo que pretendo con el
libro es sumar, para reflexionar y pensar cuáles son las respuestas más
efectivas porque es un tema complejo.
¿Cuál debería ser el aporte desde el periodismo? ¿Por qué
la importancia de construir las noticias con una mirada de género?
La perspectiva de género debería ser un estándar de calidad
dentro del periodismo y no una especialización. En relación, puntualmente, a la
cobertura de los casos o los hechos de violencia de género, creo que como
comunicadores tenemos que visibilizar la problemática, señalar siempre que no
son casos policiales o aislados sino que responden a una matriz social que se
basa en el machismo por el cual todavía hay desigualdad en las relaciones entre
varones y mujeres, y ese es el caldo de cultivo para que se genere esta violencia
hacia las mujeres en las relaciones de pareja, en las que hay hombres que
consideran a la mujer que dicen amar como parte de sus posesiones al punto que
se apropian de su vida y en los casos más extremos, las matan. Creo que lo
importante es no quedarse en el morbo, en cómo ocurren estos hechos, sino
plantear e interpelar a los funcionarios públicos en relación a la necesidad de
mayores políticas públicas, debatir cuáles pueden ser las más efectivas y creo
que en ese sentido siempre es importante dar teléfonos, lugares de asistencia
cuando uno o una se refiere a esta temática en los medios de comunicación. Tal
vez en ese instante, una mujer no se identificó como víctima o no sabía dónde
recurrir, porque muchas veces se quedan por miedo o por no saber dónde empezar
a pedir ayuda, porque se sienten aisladas, porque piensan que la reacción del
agresor puede ser mayor si piden ayuda o si denuncian y creo que es importante
como medio de comunicación también brindarles ese servicio.
¿Cuándo empezaste a tratar estos temas, siempre lo
hiciste con libertad o tuviste que enfrentarte a los prejuicios de jefes y
editores?
Trabajo en medios en los cuales tengo absoluta libertad y
acompañan estas temáticas, la agenda de los derechos de las mujeres tanto en
Página 12 como cuando me he desempeñado en programas de la televisión pública.
Se que es una dificultad muchas veces porque se piensa que son temas
secundarios o que son temas de mujeres, pero yo no he tenido particularmente
esa dificultad, todo lo contrario. En los medios en los cuales me desempeño
tengo el acompañamiento editorial porque hay que pensar que esta problemática
es un tema de salud pública y de derechos humanos, y desde ese lugar siempre la
enmarco.
¿Y cómo ves al periodismo hoy? ¿cómo se abordan las
temáticas de género?
Hay de todo. Creo que no se puede generalizar. Por un lado,
podemos decir que han habido avances. Los asesinatos de mujeres por el hecho de
ser mujeres en relaciones de pareja cada vez se mencionan menos como crímenes
pasionales, y afortunadamente, se habla más de femicidios, y eso marca un
trabajo que venimos haciendo desde la Red Par (periodistas de Argentina en red
por una comunicación no sexista), que somos periodistas de distintos puntos del
país que venimos trabajando justamente en mejorar la cobertura de los casos de
violencia de género desde una perspectiva de derechos y ese es uno de los
aspectos; dejar de lado la idea de que es un amor en desborde o que la amaba
tanto y por eso la mato, que es de alguna forma lo que transmite la idea del
crimen pasional. Creo que hay una mirada más sensible y más atenta en relación
a la cobertura. Pero nos encontramos con casos en los que se exacerbar el
morbo, pero yo soy optimista, creo que ha mejorado la mirada del periodismo en
relación a estos temas y hay un mayor compromiso.
Teniendo en cuenta que las cifras de violencia y
femicidios aumentan, ¿en algún momento de tu carrera te sentiste frustrada?
No, al contrario es un desafío. Si estoy involucrada en
estas temáticas es porque realmente me preocupan y apuesto a una sociedad más
igualitaria y libre de todas las violencias, y particularmente de las
violencias machistas. Creo que hay que seguir trabajando, que el aporte que
podemos hacer los y las periodistas es poner el tema en agenda de los medios de
comunicación para que los decisores políticos tomen conciencia del alcance y la
gravedad de este tema.
¿Qué temas en relación a las mujeres te parece que falta
visibilizar en la agenda mediática?
La problemática del aborto inseguro particularmente la vengo
siguiendo hace varios años, pero aparece esporádicamente y todavía falta que se
debata en el Congreso una ley que despenalice y legalice el aborto en la
Argentina en las primeras 12 semanas de gestación, esto tiene que ver con una
deuda pendiente de la democracia. Y creo que un tema que está entrando
incipientemente en la agenda de los medios y en la agenda de quienes toman
decisiones políticas es el de los cuidados, que serían las políticas públicas
entorno a quien se hace cargo de los cuidados de los niños, las niñas, los
adultos mayores, los enfermos que siempre son tareas que recaen
mayoritariamente sobre las mujeres, es un trabajo invisible y que hay que
empezar a plantear: qué respuestas desde el Estado se van a dar para permitir
que las mujeres puedan desarrollar otras tareas y que sea más igualitario el
reparto en el interior de la familia.
Volviendo al libro, también realizaste entrevistas a
varones violentos ¿qué pudiste observar desde ese punto?
El libro apunta desarmar los mitos, y uno de los mitos
instalados es que “los hombres son violentos por naturaleza”. Para este libro
yo volví a las preguntas básicas: por qué un hombre le pega a una mujer que
dice amar, por qué las mujeres se quedan en estas relaciones y demoran tantos
años a veces en pedir ayuda. Entorno a los varones que ejercen violencia contra
sus parejas, consulté a especialistas que vienen desarrollando algún tipo de
dispositivo terapéutico para tratar de modificar las conductas.
Lamentablemente, todavía hay poco en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, en
el Hospital Álvarez hay dentro del servicio de salud mental hay un dispositivo
que dura un año y hay otro que es más corto, porque la justicia los está
enviando como parte de la aproveishon a estos dispositivos que a veces duran
seis meses con un encuentro semanal y lo que apunta solamente es que tomen
conciencia de que son violentos, pero no ha cambiar sus actitudes. Si continúan
en estos grupos de ayuda mutua coordinado con especialistas durante un año es
posible que pueda cambiar esta conducta. Lo que pasa es que la deserción es muy
alta, entonces no alcanza, no sirve. El planteo y el debate ahora dentro del
feminismo y del movimiento de mujeres es si hay que invertir dinero en esto
cuando el presupuesto es escaso para los dispositivos de protección de las
mujeres. Pero debería ser necesario todo, hoy. Hay un 30 por ciento de los
varones que ejercen violencia que son psicópatas, en ese sentido los
especialistas dicen que frente a ellos es muy difícil lo que se puede hacer
porque no hay empatía con la víctima. Pero bueno... yo creo que hay que apuntar
a las dos patas.
¿Hasta dónde te gustaría que llegue Maltratadas?
Creo que el libro está pensado para el público en general,
para las mujeres que están atravesando por esta situación, pero también para
otras personas que quieran interesarse y entender, hay mucho prejuicio entorno
a la violencia de género en las relaciones de pareja. Pero también creo que es
fundamental y me encantaría que docentes pudieran utilizarlo para trabajar la
prevención de los noviazgos violentos, hay un capítulo específico sobre esta
temática. A colegas periodistas que les pueda interesar para entender más de
qué se trata la temática y pensar las coberturas desde una perspectiva de
derechos, creo que es un libro que se puede utilizar en quienes se están
preparando y estudiando en la universidad, podría aportar un granito para sumar
a la reflexión y a pensar las respuestas que puedan ser más efectivas y
apropiadas para brindar protección.

* Mariana Carbajal (45) es licenciada en periodismo. Trabaja
en la sección Sociedad de "Página 12". Es autora los libros "La
seducción permanente. Verdades y mentiras de la cirugía estética" y
"El aborto en debate, aportes para una discusión pendiente". Ha
recibido el "Premio Personalidades y Organizaciones Argentinas Destacadas
en la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de las Mujeres",
otorgado por la Banca de la Mujer del Senado de la Nación; "Premio
Nacional de Periodismo Responsable"; "Premio Lola Mora" en los
rubros de Prensa Gráfica y Televisión, que entrega la Dirección General de la
Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el "Premio
"Dignidad", otorgado por la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos.